La Crisis y la democratización del sistema energético
La crisis financiera actual es el resultado de un sistema socioeconómico y político agotado y caduco. El modelo energético actual es fiel reflejo de este sistema, y por otro lado, es la base de sustento de dicho sistema. La energía es el combustible que mueve los engranajes de una sociedad, y cada cierto tiempo es necesario, y hasta cierto punto inevitable, un cambio de combustible.
Los grandes cambios económicos de la historia mundial se han producido al hilo de la convergencia de nuevos sistemas energéticos con nuevos sistemas de comunicación. Cuando esto ocurre, la sociedad se reestructura mediante mecanismos totalmente nuevos. Todo esto genera incertidumbre, escepticismo, dudas; sobre todo por parte de los círculos de poder cuyo control se basa en sistemas centralizados donde las decisiones las toman unos pocos.
En la actualidad la tecnología nos permite transferir ese poder al ciudadano, como internet lo ha hecho con la información.
La creación de un nuevo sistema energético basado en energías renovables, almacenadas parcialmente y distribuidas a través de redes inteligentes, abre la puerta a una nueva revolución industrial, que tendrá en el siglo XXI un efecto multiplicador económico tan potente como el que provocó la convergencia de la tecnología de la imprenta a gran escala y la producción de energía a partir del carbón y el vapor en el siglo XIX, o la aparición de los medios de comunicación eléctricos junto con el petróleo y el motor de combustión interna en el siglo XX.
La Unión Europea ha iniciado su camino hacia este cambio de modelo, de aquí a 2020, el 20% de la energía de todos los Estados miembros proceda de fuentes renovables, así como el objetivo de reducir en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero, y la mejora en un 20% de la eficiencia energética. Objetivos que hasta cierto punto pueden ser considerados ambiciosos, no obstantes, tanto la necesidades como el potencial, son mucho mayores
En este sentido, el país o región que se comprometa y apueste abiertamente por un futuro de recursos energéticos renovables, sentará los cimientos de una era económica sostenible con cero emisiones, cortando la dependencia de terceros para satisfacer sus necesidades energéticas, y adicionalmente, exportar tecnología. Algunos países ya han tenido esta visión y se han puesto en marcha.
Para consolidar este cambio será imprescindible apostar por la I+D+i en mejoras en tecnologías de almacenamiento energético (donde se incluye el desarrollo de infraestructura capaz de integrar al vehículo eléctrico), así como la creación de una red eléctrica de servicios públicos inteligente para todo el continente, o red inteligente, que permita que se produzcan y compartan formas distribuidas de energía renovable con la misma accesibilidad y transparencia de la que gozamos actualmente a la hora de proporcionar y compartir información en Internet.
Todo esto junto a la incorporación de medidas para la gestión “inteligente” de la demanda, con el fin que el consumidor deje de ser una parte pasiva del sistema, mero espectador, a convertirse en pieza fundamental en la gestión de dicha demanda, permitirá cumplir con las premisas necesarias para un cambio de modelo energético.
Autor: Álvaro Ponce (Electria, Compañía Eléctrica para el Desarrollo Sostenible)
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