Compartimos con vosotros el artículo ¿Son las renovables la solución a la pobreza mundial?, publicado en el Blog de EL PAIS “3.500 millones: Ideas irreverentes contar la pobreza”. Una aportación a la reflexión sobre las políticas de desarrollo. Las tecnologías renovables disponibles hoy en día, pueden ser un perfecto aliado en la lucha contra la pobreza.
Sabemos desde hace siglos que la energía constituye un factor crítico para el desarrollo. Nuestro modelo -basado en el petróleo, los combustibles fósiles y la generación eléctrica centralizada- es ineficiente y caro, pero además deja fuera a la mayoría de habitantes del planeta, condenándolos a la pobreza. Para que algunos disfrutemos de un alto grado de desarrollo, condenamos a la pobreza energética a millones de personas.
Sabemos que ese modelo energético no es sostenible ni económica ni medioambientalmente. La Agencia Internacional de la Energía lo ha advertido: “las consecuencias de un crecimiento desbocado de la demanda energética global son alarmantes para todo el mundo.” Pero las economías emergentes reclaman su derecho al desarrollo, lo que supone incrementar el consumo energético, sobretodo con fuentes basadas en los combustibles fósiles. Todo hace prever que la era de energía barata está llegando a su fin. Además, los combustibles fósiles son limitados y tienen un impacto directo en el calentamiento del planeta.
Tenemos que apostar entonces por sistemas más descentralizados y basados en energías renovables que pueden revolucionar la forma de generar y consumir la energía. No se trata tanto de vender un horizonte verde, sino optar por un desarrollo diferente que nos puede ofrecer enormes recompensas colectivas. Los indicadores disponibles del año 2010 muestran la tendencia de incremento de la demanda energética y el incremento del precio de las materias primas, especialmente del petróleo y gas, por lo que todo el mundo piensa en las energías renovables como alternativa.
Sin embargo, hace falta hacerlo de forma inteligente. El actual sistema de generación con energías renovables peca en parte de los mismos errores que la convencional: grandes plantas de generación muy costosas y grandes líneas de distribución ineficientes con pérdidas del 12% al 14%.
La alternativa es la generación distribuida, un sistema basado en plantas de generación a pequeña escala (a través de paneles solares o generadores eólicos, por ejemplo) situados en los mismos puntos de consumo o en lugares cercanos:
- Al generarse en los mismos puntos de consumo es más eficiente, ya que su proximidad reduce las pérdidas en la distribución y transporte.
- Es limpia y barata, ya que se compensa por los menores costes en el transporte, montaje y mantenimiento.
- Ofrece estabilidad al aprovechar las redes existentes de mediana y baja potencia.
- Crea puestos de trabajo de calidad en la comunidad local y vincula la población al territorio, sobretodo en zonas periféricas o rurales, desarrollando una incipiente industria local.
Todo un catálogo de beneficios colectivos especialmente propicios para ofrecer un horizonte de desarrollo a las comunidades más pobres. Si una buena parte de las políticas de desarrollo se orientaran a ese fin, ofreceríamos la posibilidad de generar un círculo virtuoso de crecimiento sostenible para sacar de la pobreza a millones de personas.
Tenemos la tecnología y el know-how, así como unos costes razonables para llevar a cabo esta idea. Lo que necesitamos ahora es la voluntad política para fortalecer las instituciones nacionales y regionales y para desarrollar los servicios energéticos locales basados en el crecimiento y la equidad; así como el acceso a fuentes de financiación para las energías sostenibles en países en desarrollo.
Así pues las energías renovables basadas en la generación distribuida pueden ser un aliado en la lucha contra la pobreza si combinamos voluntad, calidad y oportunidad
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