Bequia es una isla caribeña que ya está sufriendo los efectos del cambio climático: las modificaciones en los patrones de lluvias están causando sequías cada vez más frecuentes y dejando a sus habitantes sin agua potable. Daniel Mira Salama, experto en adaptación al cambio climático del Banco Mundial, explica el proyecto en que está trabajando en el caribe para corregir esta situación en un interesante artículo Producir agua potable donde no la hay; energía renovable para beber.
Los sistemas de recolección de agua de lluvia, a pesar de sus inconvenientes, han permitido históricamente a los habitantes de Bequia disponer de agua todo el año, ya que se rellenaban poco a poco gracias a la lluvia, que hace presencia frecuente en las cuatro estaciones. O hacía. En las últimas décadas se han estado observando procesos de intensificación de fenómenos meteorológicos en toda la región, y en general en el planeta: lluvias más intensas y periodos más largos de sequía. El volumen de precipitación anual total no está sufriendo grandes variaciones, pero sí su distribución: cae igual cantidad, pero en episodios más concentrados y cortos, alargando los periodos secos y poniendo en peligro el suministro de agua a los habitantes. Los escenarios de cambio climático para el Caribe prevén un empeoramiento de las condiciones, con reducción en el volumen total de precipitaciones y sequías más prolongadas. Los habitantes de Bequia posiblemente no entiendan de modelos de circulación global, pero sí están ya sintiendo anomalías en las precipitaciones, acompañada de angustia por ver sus depósitos vacíos, y tener que hacer frente al excesivo costo de comprar agua de buques cisterna.
A través de una donación del Fondo Global para el Ambiente, el Banco Mundial está implementando un proyecto de adaptación a los impactos del cambio climático en el Caribe. Una componente de este proyecto es la instalación de una planta de ósmosis inversa para desalinizar agua de mar, que producirá el agua potable necesaria para Paget Farms. La ósmosis inversa es un proceso que consume grandes cantidades de energía, llegando a suponer hasta el 80% del costo total de la inversión (Gilau et al, 2007). Además, en Bequia la energía se produce a través de motores de combustible diesel, por lo que la nueva demanda de la planta de desalinización supondría costos adicionales y emisiones de gases de efecto invernadero. La solución propuesta es la generación de energía a través de paneles solares, que serán instalados en los tejados de la escuela municipal, edificio simbólico que además reúne las características de resistencia a huracanes.
De esta manera, y aprovechando la experiencia para sensibilizar a los niños en la escuela, la isla de Bequia dispondrá de paneles solares que producirán la energía necesaria para alimentar la planta de desalinización, convirtiéndose además en un ejemplo demostrativo para toda la región. Los paneles solares verterán la electricidad en la red local, y la planta desalinizadora tomará de la red la energía exacta que necesita. El exceso será aprovechado para otros usos, reduciendo el consumo de diesel en la isla.
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