1 de marzo de 2011

Repensar nuestra dependencia energética

Tras tres decenios de democracia en España, muchas cosas han evolucionado y mejorado, pero hay una de ellas que permanece inmutable, la dependencia energética de España con respecto al exterior. Mucho nos obsesiona la seguridad, pero la soberanía energética es uno de los pilares que garantizan el desarrollo futuro sin depender de los demás. Sin energía no hay desarrollo, y si nuestra energía depende de terceros, nuestro desarrollo depende en buena medida de factores ajenos a nosotros. Toda una debilidad estructural para el desarrollo sostenible de España en el presente y el futuro.

Poco hemos avanzado en ese terreno a pesar del "milagro económico español" de los últimos años. En 1980, el 73% de la energía que se consumía en España era petróleo; en 2009, ese porcentaje descendió hasta el 48,8%. Sin embargo, el grado de dependencia energética de España se ha mantenido inamovible durante esas tres décadas en el 77%, según los datos del Ministerio de Industria elaborados a través de la metodología de la Agencia Internacional de la Energía

A pesar del impulso a las renovables de la última década, el factor que más ha favorecido al mantenimiento de la dependencia energética de España es el fuerte incremento de las compras al exterior de gas natural, que en 1980 apenas suponían el 2,3% del consumo total y en 2009 rozan el 25%. Con la puesta en marcha del segundo gaseoducto desde la ciudad argelina de Beni Saf hasta Almería, el gas nos sale por las orejas. El único dato positivo es que se ha producido una diversificación. En 1997, el 70% del gas que compraba España procedía de Argelia; hoy ese porcentaje ha bajado a un 32% en favor de otros proveedores, como Nigeria, Catar o Trinidad y Tobago.

En definitiva, que seguimos dependiendo mucho más de los demás en comparación con el resto de países de la UE, Según Eurostat, España es una de las naciones que más importa energía (un 78,1% del total), lo que supone 24 puntos más que la media europea, y la Comisión Europea se muestra pesimista respecto a la reducción de la dependencia española, ya que estima que el porcentaje apenas se reducirá al 74% en 2030. Un mal dato que nos debería hacer repensar nuestra estrategia energética presente y futura. Nuestros mejores recursos naturales son el viento y el sol, por ahí pasa la autonomía energética española.


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