El lobby petrolero y nuclear habían ganado parcialmente durante los últimos meses la batalla de la opinión pública. Tras meses de bombardearnos con que las energías renovables eran muy caras, parecía que caminábamos por un lado hacia un revival de la energía nuclear, y por otro lado asumíamos que era mejor seguir contaminando el planeta antes que pagar el sobrecoste de las energías limpias y renovables.
Pero el destino es caprichoso y la naturaleza imprevisible. La crisis geopolítica en los países árabes hacía aumentar el precio del petróleo de nuevo a niveles insostenibles para nuestras precarias economías. En tan solo dos días de aumentos del precio del petróleo, se esfumaban en España los ahorros del recorte de las primas a las renovables que había aprobado el gobierno con sangre, sudor y lágrimas, golpeando a un sector estratégico para el futuro. Y la crisis nuclear de Japón, ha levantado de nuevo los miedos, riesgos e impacto de posibles accidentes "altamente improbables" pero que ocurren, haciendo que gobiernos e instituciones se replanteen sus estrategias energéticas nucleares.
Entre ellas la canciller alemana, Angela Merkel, defensora antaño de la energía nuclear, aboga por superarla y apostar por ella como "fuente transitoria de energía", y por "alcanzar la era de las energías renovables lo antes posible". Merkel ha dado marcha atrás a su popular decisión del pasado otoño de extender la vida de las centrales nucleares más viejas.

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