La Unión Europa que fue la abanderada de la reducción de emisiones en la Conferencia del Clima de Durban pierde ahora fuelle en su lucha por caminar hacia una economía baja en carbono. En la reunión del fin de semana del 10 de marzo los Ministros de Medio Ambiente de los 27 intentaron establecer objetivos más ambiciosos para 2020, pero Polonia lo impidió. Como dice la expresión española "Polonia echó agua al vino", en este caso de la lucha contra el cambio climático, demostrando que la actgual Gobernanza europea es insuficiente para dar respuesta a los desafíos europeos y globales a los que nos enfrentamos.
Con esta decisión, la UE renuncia a una meta más ambiciosa en la reducción de emisiones, para pasar del 20% a la reducción del 25% en los gases con efecto invernadero con respecto de la situación de 1990. Así la UE renuncia a ser ambiciosa en la reducción de emisiones, perdiendo uno de los pocos ámbitos de liderazgo y legitimidad internacional que le quedaban. Si la UE quiere cumplir con su propio plan de recortar un 80% las emisiones en 2050 mucho deberán cambiar las cosas.
Un contexto de crisis es una buena escusa para relajar la lucha contra el cambio climático, en un intento de seguir siendo competitivos con nuestras industrias contaminantes, pero el futuro sabemos que no es ese. La UE es responsable del 14% de las emisiones mundiales, y su futuro no puede pasar por competir en el segmento de las industrias contaminantes, eso es "pan para hoy y hambre para mañana".
Si el rechazo de este fin de semana es el preludio de otros que están todavía por llegar, el declive político, económico y social será imparable. El poco crédito de la UE se consumirá rápidamente, y no pasará de ser una mera "potencia declarativa". O Europa es sostenible o no será, eso lo sabemos todos, la cuestión es si apostamos por ello antes o después. El tiempo es oro.
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