En la Cumbre del Clima de París todos lo tienen claro. Para reducir las emisiones de CO2 y conseguir que la temperatura media del planeta a final del siglo XXI no suba más de dos grados respecto a los niveles preindustriales, el futuro de la energía pasa por duplicar la presencia de las energías renovables en el sistema energético mundial y seguir aumentando la eficiencia energética en lo spróximos 15 años.
Así pues la batalla es inmediata, no podemos esperar y necesitaríamos paa ello doblar la inversión global en energías limpias hasta llegar a los 500.000 millones de dólares anuales en 2020. Una cifra que parece desorbitante, pero perfectamente alcanzable su utilizamos solamente una parte de las subvenciones a los combustibles fósiles, que sin mayores que las ayudas e incentivos a las energías limpias, como bien muestra el informe anual de la Agencia Internacional de la Energía.
En la última década ha habido avances importantes. Entre 2004 y 2014, se multiplicaron por seis y el récord de inversión se alcanzó en 2011, con 279.000 millones de dólares, aunque la crisis financiera desaceleró la tendencia, y son ya los países en desarrollo los que invierten más en renovables que los países desarrollados, y las previsiones sonq que en África las renovables se van a multiplicar por cuatro en los próximos 15 años y por tres en Latinoamérica.
Y si existe la voluntad política y se eliminen los obstáculos normativos y exista seguridad jurídica de las inversiones, es más que posible alcanzarlo. Según el balance presentado en la cumbre de París, más de 500 instituciones financieras y fondos de inversión están dispuestos a invertir en energía limpia. Estos inversores poseen 3,4 billones de dólares en activos que movilizados en la buena direción pueden constituir un círculo vortuoso de desarrollo sostenible con la creación de millones de puestos de trabajo; green jobs.
Así pues invertir en un futuro basado en sistemas de energía limpios no solo tiene sentido desde el punto medioambiental o social, sino económico. Tenemos la oportunidad de conciliar necesidad y oportunidad en un win-win para todos (o casi todos). El reto es ver si los Gobiernos son caapaces de comprometerse con el futuro y no solo ser prisioneros del presente.