12 de octubre de 2010

Un nuevo modelo energético

Digamos alto y claro lo que todo el mundo ya sabe: nuestro modelo energético actual es insostenible además de ser muy caro. Pero para asentar las bases de un futuro sólido, los mensajes buenistas o bien intencionados no bastan. Hacen falta medidas, políticas e iniciativas creativas, audaces, innovadoras y posibles. Y en ese terreno la energía y la apuesta por un nuevo modelo energético juegan un papel fundamental. 

La energía constituye el factor crítico y fundamental para el desarrollo en este siglo XXI, tanto para las sociedades avanzadas como para los países en desarrollo. Nadie medianamente riguroso en el mundo científico, político o económico discute ya la necesidad de luchar contra el cambio climático, por lo que tenemos que actuar de forma rápida y eficiente apostando por modelos de desarrollo “bajos en carbono”. Modelos y formas nuevas pero que conecten con el presente de la vida cotidiana de la gente. No se trata tanto de vender solo un horizonte verde, sino apostar por un desarrollo diferente que nos puede ofrecer recompensas colectivas enormes tanto en el terreno político, como en el económico como lo social.

Las bases de la futura política energética de España y de la UE están bien definidas: sostenibilidad, seguridad en el suministro y competitividad. En los últimos años, hemos avanzado de forma sustancial por ese camino, pero seguimos siendo todavía tremendamente dependientes de los combustibles fósiles. Tenemos que avanzar más, y no es solo una cuestión de dinero, de primas o de rentabilidades, estamos hablando principalmente de voluntades. En el año 2009, las tecnologías renovables supusieron ya el 25% de la generación de energía total, y las energías renovables representaron el 12,2% de la energía final bruta consumida en España. 

El reto consiste ahora en dar un salto hacia adelante para que las renovables dejen de ser un elemento minorista del sistema y pasen a ser el elemento central del mix energético, ofreciendo potencia firme, esto es, seguridad. Y todo ello es posible si desarrollamos estrategias y políticas inteligentes que ofrezcan estabilidad y flexibilidad, una progresiva internalización de costes y la incorporación de nuevas tecnologías ya disponibles. Pero todo ello debe ir sustentado en una nueva forma de producir, distribuir y consumir energía, un modelo descentralizado y distribuido que permita la entrada de más actores al sistema, apostando también por la producción de energía de pequeña y mediana potencia a partir de energías renovables o de cogeneración. 

Desde hace años, algunos propietarios y pequeñas empresas han invertido en equipamientos para producir y consumir su propia energía batallando contra la falta de apoyo y mil trabas burocráticas. Hoy disponemos además de tecnologías y equipamientos de tecnología 100% española que ofrecen nuevas formas de producción y distribución de energía de pequeña y mediana potencia que son altamente eficaces y eficientes.  Equipos que permiten desarrollar plataformas para producir energía para el autoconsumo en polígonos industriales, equipamientos municipales o ciudades  pequeñas, lo que abre nuevas posibilidades para conseguir la tan anhelada sostenibilidad, seguridad en el suministro y competitividad, además de generar riqueza y puestos de trabajo de calidad en las comunidades donde se implanta.

Así pues, España cuenta con las capacidades así como el posicionamiento industrial y tecnológico suficientes para liderar un nuevo modelo energético en Europa que puede cambiar la fisionomía de la energía en los próximos años. Tenemos ante nosotros una oportunidad para afrontar el futuro con optimismo en un sector clave de la economía. De nosotros depende aprovecharla en todo su potencial.
  

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