Un cierto nivel de burocracia es comprensible y aceptable a la hora de tramitar permisos y licencias. El problema nace cuando ésta representa un freno para el normal desarrollo de un sector económico estratégico de futuro. Ese es el caso de la energía solar fotovoltaica en España, convirtiéndose en todo un calvario si uno quiere conectarse a la red eléctrica. Además de tener que bregar con la eléctrica para que le concedan un punto de conexión, y con las autoridades locales y autonómicas para obtener permisos urbanísticos, medioambientales y de obra, el aspirante a productor fotovoltaico tendrá que hacerse empresario y conseguir las licencias pertinentes.
El via crucis burocrático obliga entre otros, al pago de un aval de 50 euros por kilovatio de potencia nominal proyectada, que se eleva a 500 euros para las instalaciones de más de 20 kilovatios. Este requisito es imprescindible para acceder al pre-registro de instalaciones, en el que habrá que hacer cola hasta que le toque el turno para acceder al cupo de potencia anual, que se otorga en teoría de forma trimestral. En cada una de las convocatorias de asignación de potencia, que hasta la fecha se han resuelto siempre con graves retrasos, se revisa la tarifa de inyección a red que percibirán las instalaciones que accedan a la siguiente convocatoria trimestral. En lo que respecta al tiempo de tramitación de permisos, plazos y registros, las autoridades no diferencian de momento entre una instalación pequeña sobre tejado y una grande sobre una cubierta industrial, retrasándose el proceso hasta más de seis meses.
En nuestro país, esperamos desde hace más de un año el Real Decreto de conexión de aparatos de pequeña potencia que permita convertirnos en productores de energía y permitir el despliegue de la generación distribuida y el autoconsumo con renovables. Toda una revolución en la forma de consumir electricidad en España si el Gobierno da vía libre al real decreto de conexión de instalaciones de pequeña potencia. Hasta ahora instalar energía solar es una carrera de obstáculos burocráticos que perjudican la expansión de la energía fotovoltaica. Además de los requisitos exigidos por las autoridades y operadores de redes, el tiempo de espera para tramitaciones, la duración total del proceso completo, y los costes burocráticos que se suman a los costes de desarrollo del proyecto, desincentivan y de qué manera el desarrollo de un interesante mercado.
En ese ránking de mercados fotovoltaicos más burocráticos de Europa, el líder es Bulgaria, seguido de España, donde los tiempos de espera para los trámites y costes de las autorizaciones son muy altos. Para un sistema pequeño sobre tejado este tipo de costes es equivalente al 65 por ciento de los costes totales del desarrollo del proyecto. Es decir un sin sentido.
En el extremo opuesto, y no por casualidad, aparece Alemania, el mercado fotovoltaico más exitoso del mundo. Esto se debe a que tiene un proceso de tramitación veloz y transparente, y también a que las autoridades y los operadores de redes cuentan con especificaciones para el proceso burocrático, que en general se cumplen.
¿A quién nos queremos parecer?
Fuente: Photon y Energía para el Desarrollo
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