4 de enero de 2011

Energía y derechos humanos, un binomio compatible.

El boletín "Empresa y derechos humanos" del Instituto de Innovación Social de ESADE, instrumento que promueve la RSC en distintos ámbitos, ha publicado un artículo del que os escribe bajo el título "Un nuevo modelo energético a favor de los derechos humanos". En él defendemos que un nuevo modelo energético no solo es posible sino necesario para aumentar la cantidad y calidad del suministro a miles de personas excluidas, ofreciendo un horizonte de paz, estabilidad y desarrollo, que son las bases para la protección de los derechos fundamentales de las personas.


Se han escrito ríos de tinta acerca de que uno de los mayores riesgos en el siglo XXI será la previsible expansión de los conflictos para el acceso a los recursos energéticos. Si esa profecía se confirmara, agravaría ya la de por sí muy precaria situación de millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Pueblos que sufren las consecuencias de la codicia de las empresas y gobiernos corruptos que explotan los recursos y a las personas, violando los más fundamentales derechos de las personas. Un círculo vicioso de explotación, violencia y represión que debe ser, y es, evitable. 

Sin embargo, los mensajes de buena fe no bastan. Hacen falta medidas, políticas e iniciativas creativas, audaces, innovadoras y posibles. Y en ese terreno la energía y la apuesta por un nuevo modelo energético juegan un papel fundamental. La energía constituye el factor crítico y fundamental para el desarrollo en este siglo XXI, tanto para las sociedades avanzadas como para los países en desarrollo. Sin energía no hay desarrollo, y la cuestión radica en poder ofrecer a los pueblos, comunidades y personas, acceso a fuentes de generación de energía que les permita el autoabastecimiento, el desarrollo y por lo tanto la paz y la estabilidad. Y eso es hoy posible gracias a las tecnologías disponibles, que permiten actuar de forma rápida y eficiente apostando por modelos de desarrollo diferentes a los combustibles fósiles. No se trata tanto de vender un horizonte verde, sino de apostar por un desarrollo diferente y sostenible que puede ofrecer recompensas colectivas enormes tanto en el terreno político, como en el económico y el social. Y ese modelo es la generación distribuida, es decir, que los puntos de producción de sitúen cerca o en los mismo puntos de consumo.

Para ello se dispone ya de equipos que permiten desarrollar plataformas para producir energía para el autoconsumo en polígonos industriales, equipamientos municipales o ciudades pequeñas, lo que abre nuevas posibilidades para conseguir la tan anhelada sostenibilidad, seguridad en el suministro y competitividad, además de generar riqueza y puestos de trabajo de calidad en las comunidades donde se implanta. España cuenta con las capacidades así como el posicionamiento industrial y tecnológico suficientes para liderar un nuevo modelo energético que puede cambiar la fisionomía de la energía en los próximos años y ofrecer un horizonte de estabilidad y desarrollo a pueblos y comunidades ahora en conflicto por el acceso a los recursos energéticos. Tenemos ante nosotros una oportunidad para afrontar el futuro con optimismo en un sector clave de la economía. De nosotros depende aprovecharla en todo su potencial para que la energía sea un instrumento para la paz y no para la guerra.

Pau Solanilla,
Electria, Compañía Eléctrica para el Desarrollo Sostenible, S.A.

1 comentario:

  1. Me ha encantado tu reflexión Pau, a partir de ahora te seguiré con interés. Un abrazo. María Freiría

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