Reino Unido está inmerso en un proceso de reorganización del sector eléctrico que persigue producir y usar energía de forma más limpia, a la vez que se asegure el suministro y se proporcione electricidad a menor coste al consumidor. Y es que la clausura durante los próximos años de varias centrales térmicas y nucleares, el aumento de la demanda, la decadencia de las reservas de gas de mar del norte y los compromisos de reducción de emisiones contaminantes exige desplegar un nuevo modelo energético a través de un ambicioso plan con diversas medidas:
Una Reforma del Mercado Eléctrico que transformará el sector eléctrico británico mediante la introducción de un 'mecanismo de capacidad' para garantizar la seguridad del suministro en el futuro; 'el precio mínimo para el carbono', que reducirá la incertidumbre, dará un precio justo y ofrecerá un mayor incentivo para invertir en generación baja en carbono; los 'contracts for difference', que a largo plazo ofrecerán los incentivos económicos necesarios y serán instrumentos de apoyo para asegurar ingresos en una generación baja en carbono, y los 'estandares de emisiones', que serán los límites regulatorios de dióxido de carbono que las nuevas centrales pueden emitir, lo que exigirá que las centrales se construyan con captura y almacenamiento de carbono.
En segundo lugar, el programa Carbon Reduction Commitment (CRC), que es un marco obligatorio dirigido a mejorar la eficiencia energética y reducir las emisiones en grandes organizaciones del sector público y privado.
En tercer y último lugar, la hoja de ruta de energías renovables 2020. Un plan de acción firmado por todas las Administraciones con competencias en el Reino Unido para impulsar el desarrollo de las renovables y reducir sus costes.
Además de todos estos cambios, el Ministerio de Economía británico tiene el compromiso de afrontar las prioridades en infraestructuras del país y, además, cumplir el reto de facilitar una considerable inversión del sector privado a largo plazo, así como el Plan Nacional de Infraestructuras de Reino Unido para facilitar la inversión necesaria en infraestructuras de transmisión para conectar la nueva baja generación de carbono.
En definitiva, que los británicos han entendido que el cambio de modelo energético es inevitable. Esperemos que en España, después de las elecciones del 20-N también nos pongamos a diseñar como desplegar una nuevo modelo energético seguro, competitivo y sostenible.
Fuente: Expansión
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