La propuesta de recortes de las primas a la eólica propuesta por el Ministerio de Industria no solo ha levantado al sector en contra (algo normal), si no que tiene efectos colaterales muy negativos para el tan anhelado desarrollo sostenible. Estamos en época de crisis, y todo el mundo se tiene que apretar el cinturón. Pero recortar las primas un 40% respecto a las actuales según cálculos de la Asociación Empresarial Eólica (AEE) y reducirá de 20 a 12 los años el plazo en las que las empresas podrán recibirlas puede ser un duro golpe para un sector que crea empleo estable y de calidad, y además tiene una gran capacidad exportadora. España quiere liderar el sector de las renovables, y en particular el eólico en el mundo, y así presume de ello en la reciente reunión del G-20, pero se amputa una buen aparte de sus activos.
Puestos a hacer sacrificios.... ¿cuanto vamos a recortar en el sector del carbón nacional? Un combustible caro de extraer, altamente contaminante y de baja calidad. Es que mantiene puestos de trabajo dirán algunos, y es verdad, pero acaso no los crea el sector de las renovables y a costes mucho más bajos? Es mucho más barato crear fábricas de palas y aerogeneradores eólicos en las cuencas mineras que subvencionar puestos de trabajo que nos cuesta un mínimo de 200.000€ por minero/año. Además es menos peligroso.
Quizás haya que rebajar algo las primas, pero no ahogar al sector. Apostar por un sistema de primas para 12 años en lugar de los 20 actuales, variable; una estimación a la baja de las horas de funcionamiento de los parques (de 2.100 a 1.500 horas) y unos cálculos sobre precios de la energía (5,50 céntimos KW/h) harán muy difícil la financiación de nuevos parques. Los inversores y financiadores consideran que la tasa interna de rentabilidad (TIR) debería estar entorno al 7%-8% para inversiones mínimas de 50 millones de euros. Con el plan de Industria se queda en porcentajes de entre el 4% y el 5,3% (por debajo de los bonos italianos a 20 años). La consecuencia es que los inversores invertirán menos, y mataremos una de las pocas gallinas de oro de la economía española. Es decir pan para hoy y hambre para mañana.
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